Si tuviera que calificar de alguna manera el despliegue institucional realizado para la toma de posesión de la nueva presidenta del Govern, -perdón, de la Federación Hotelera-, Inmaculada de Benito, lo calificaría de pornográfico. A veces, una imagen vale más que mil palabras. Y la fotografía de la nueva presidenta de los hoteleros con toda la plana mayor del Partido Popular, incluida la ministra de empleo, Fátima Bañez es demoledora. Como los objetos auráticos descritos por Walter Benjamin, se condensa en una imagen, en un instante, el significado de toda una legislatura. Una fotografía que día 24 de mayo, con un nuevo equilibrio de fuerzas, tenemos la posibilidad de transformar y evitar que se convierta en una foto fija.
La
confluencia de intereses entre quienes mandan verdaderamente en esta
tierra - los
hoteleros- y sus
testaferros -el
gobierno del PP- ha
sido letal para los intereses de los trabajadores y un reparto justo
de la riqueza. Es
normal que tengan miedo de la inestabilidad
si por ésta
entendemos que se les
acabe el chollo de hacer las leyes a su
imagen y semejanza, de explotar
con manga ancha a
sus empleados gracias
a la reforma laboral -
reforma que ha devaluado los salarios de los trabajadores, que ahora
se ganan en el mejor de los casos, su pobreza durante 6 meses al año-
y dejar de marcar la política económica que afecta a toda una
sociedad.
En
una conferencia sobre economía,
el presidente José Ramón
Bauzá hizo gala
de sus dotes dadaístas para la lógica deductiva, enunciando
grandilocuencias del tipo: “todos los partidos que suben impuestos
son de izquierdas, Ciudadanos quiere subir los impuestos; ergo,
ciudadanos son de
izquierdas”. Con esta lógica aplastante,
olvida que recordamos
que han sido precisamente ellos, quienes
han subido el IVA
al 21%, incrementado
las tasas aeroportuarias o tocado la
mayoría de impuestos y tasas municipales. Como
balance de legislatura, toca sacar
pecho de los
recortes realizados. Pero no se preocupen,
¡los recortes
han sido in-esenciales,
según el presidente!
Tan in-esenciales
como 1000 profesores en la calle, 1200 profesionales
sanitarios menos,
reducción de becas, reducción en ayudas a
comedores escolares, de
prestaciones sociales
por dependencia, y un largo etcétera.
Es
de sobra conocido que el Estado del
Bienestar resulta
superfluo para quien lo puede pagar todo
con su tarjeta de crédito. Lo esencial
para ellos es el
capitalismo de amiguetes, que el estado funcione de manera
inmisericorde y neoliberal para el conjunto de la
ciudadanía, pero
para sus élites, corporativismo
y comunismo. Con el dinero de todos,
favores para los suyos... Y la verdad,
no les
va nada mal. Mientras los sueldos de
consejeros y altos directivos crecieron a una tasa de doble dígito
el pasado año, la remuneración de los empleados siguió cayendo. En
2013, el salario medio de las personas mejor pagadas de las empresas
del Ibex 35 suponía 75 veces el gasto medio por empleado de esas
mismas compañías; en 2014, la desigualdad se disparó hasta las 104
veces.
La
partitura del estado mínimo la corean al unísono la derecha
política y económica de Baleares. Condensada en esa fotografía. La
eliminación de cargas administrativas, en el neolenguaje, significa
que todavía pueden sacar la sierra eléctrica para desguazar los
pocos servicios públicos que nos quedan.
En
democracia, la fuerza la tenemos las y los ciudadanos. Por el futuro
de esta sociedad, re-situemos los equilibrios de poder antes de que
nos devoren, como Saturno a sus hijos.
* Artículo publicado en El Periscopi
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