El otro día fui al cine a ver Elysium la última película del director de Distrito 9. Me
resultó inevitable trazar un paralelismo con la situación social que vivimos en
nuestro país y que lleva décadas dándose en países como Estados Unidos.
Para quienes no la hayáis visto, la película se ambienta
en un futuro desolador: superpoblación, degradación ambiental, explotación de
trabajadores y sin un mínimo Estado Social. Es más, tienen una asistencia
sanitaria residual, sin recursos, donde no se pueden curar las enfermedades. Pero
existe otro mundo más allá de la órbita terrestre, Elysium, donde todo es
maravilloso. Ahí hay orden, bienestar, sanidad y por supuesto, sólo unos pocos
tienen acceso a la ciudadanía. Son los ricos, quienes no pueden ver amenazado
su orden por los parias de la tierra, que les sirven y trabajan –
deslocalizadamente- para ellos.
Las políticas neoliberales que llevan décadas aplicándose
en los Estados Unidos están sirviendo como referencia al modelo sanitario que
ha implantado el Partido Popular. En Estados Unidos, si no tienes un seguro te
mueres en la puerta de un hospital. En esa ciencia ficción no tan lejana, sólo
quienes se lo pueden permitir pueden curarse enfermedades como el cáncer. Por
ello, no eran pocos los que tomaban pateras espaciales para llegar a Elysium.
La mayoría fracasaba. Eran interceptadas y se eliminaban.
Una sociedad decente no puede
negar la asistencia sanitaria a nadie y el modelo sanitario español, auspiciado por los socialistas, ha sido un
ejemplo por su universalidad, inclusividad y excelencia.
Desde que la salud es un negocio, una mercadería, vemos
como se recorta en sanidad, se despide profesional sanitario, se plantea el
cierre de hospitales, como ocurrió aquí, o se privatizan, como el caso de la
Comunidad de Madrid, la actual Elysium.
Desde que la salud es un negocio, tenemos que lamentar muertes como la del joven, Alpha
Pam, que vino a Mallorca a buscar un futuro mejor arriesgando su vida y que víctima de un Real Decreto injusto, que le
negó la asistencia sanitaria, y murió por ¡tuberculosis! en el Siglo XXI. El
tratamiento hubiera sido un par de euros.
Esta crisis ha de servirnos para reforzar nuestra
consciencia social y solidaridad con los demás. Tenemos una serie de
conquistas como la educación pública, la sanidad, nuestros derechos laborales,
pensiones que no estamos dispuestos a ceder, ni perder para que unos pocos, las
élites, quienes viven en Elysium vivan a todo trapo.
Esta crisis es una crisis de acumulación por desposesión,
o hablando en plata: estamos trasfiriendo el patrimonio colectivo -lo que es de
tod@s y garantiza nuestro bienestar social, salud, nuestra dignidad- a unos
pocos.
Una crisis donde los ricos se hacen más ricos a costa de
los pobres y de desequilibrar la clase media. Nuestra desgracia es su ganancia. Una crisis que ha exacerbado las
desigualdades sociales por contentar a quienes juegan a derrocar países a
través de las finanzas, de especular con las deudas públicas, amparados por organismos
internacionales absolutamente viciados y nada democráticos.
Élites económicas, clases dominantes, los mismos que hablan de privilegios
cuando se tiene un contrato indefinido, a quienes la reforma laboral hecha a medida no les es suficiente; los mismos que están este verano
explotando a las trabajadoras en los hoteles, negándoles días libres, los
mismos que tienen becarios en situación del S.XIX, o quienes hacen fortuna
deslocalizando su producción a costa de condiciones infrahumanas de l@s
emplead@s , quienes montan un imperio y tributan una miseria.
Neil Blomkamp plantea en este film un escenario
apocalíptico. De nuestras consciencias, voluntades y acción política dependerá
evitarlo.